Vean si no es verdad lo
que digo. Chavez, se llama
Reinaldo y es de La Paz, Bolivia. Le
gustan los personajes de la danzas de
Oruro, pero no a modo trillado sino muy bien
acotado. Sinécdoques les decimos a esos rasgos que impactan una parte
por el todo. No tengo que ver el cuerpo,
sus piernas como hilo blanco, sus botas con cintas rojas, ni sus capas con diamantes. Una parte
por el todo, solo una parte del Diablo. Que sea el perfil de una diabla con su
ojo de pescado, su nariz bien afilada su dulce boca sensual, la mandíbula
cortita. Y si a eso se le añaden gruesos trazos solferino, ya estuvo el marco vestido, pendiente el rizo
encantado.
Pero Chavez no se queda en
signos de la Diablada ni en las figuras curveadas, va igual por la
abstracción, de fuerte aspecto de piedra. Nos da en cuerpos combinados, circulo, cuadrado, elipse, de
azules sobre anaranjados, unos
rasgos de lo humano, y dice es mujer de
arcilla. Igual en piedras lustrosas en juego de doble cara, como Gestaltl lo
planteara: qué ven frente o perfil. Dos rostros boca encontrada, cuellos
mosaico en pedazos, son para él ósculos
pétreos.
Ana Meléndez Crespo
Historia del Arte.
Universidad Autónoma
Metropolitana. Azcapotzalco
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